La gestión emocional se refiere a la habilidad de reconocer, comprender y regular nuestras propias emociones, así como también la capacidad de ayudar a manejar las emociones de otras personas de manera efectiva.
Implica ser consciente de nuestras emociones, comprender qué las desencadena y cómo influyen en nuestro comportamiento, y luego utilizar estrategias para manejarlas de manera constructiva.
La gestión emocional implica varias habilidades, como la autoconciencia emocional, la auto-regulación, la empatía y las habilidades sociales. Al desarrollar estas habilidades, podemos mejorar nuestras relaciones interpersonales, tomar decisiones más informadas y adaptarnos mejor a situaciones estresantes o desafiantes.
¿Por Qué no hablamos de control emocional? Porque la emoción no es posible controlar que aparezca o no, si no que nuestro trabajo se encarga de decidir como queremos que esta emoción salga de nuestro cuerpo y el cómo queremos procesarla.
En resumen, la gestión emocional es fundamental para el bienestar personal y el éxito en diversos aspectos de la vida.
¿DE QUÉ NOS SIRVE LA GESTIÓN EMOCIONAL EN LA CONDUCTA ALIMENTARIA?
Para entender cómo gestionamos emocionalmente, debemos analizar como historicamente hemos aprendido a regular nuestras emociones, desde que eramos pequeños hasta ahora. Esto nos llevará a poder entender de mejor manera el cómo nos relacionamos con la alimentación, por ejemplo si comemos por compensación, por autorregulación, por castigo, etc.
Adicionalmente la gestion emocional interviene en los siguientes puntos:
Prevención del comer emocional: La gestión emocional ayuda a identificar y manejar las emociones que podrían llevar a comer por razones emocionales en lugar de hambre física. Al ser conscientes de nuestras emociones y aprender a manejarlas de manera saludable, podemos evitar recurrir a la comida como forma de consuelo, estrés o aburrimiento.
Desarrollo de hábitos alimentarios saludables: Una buena gestión emocional permite establecer y mantener hábitos alimentarios más saludables. Cuando somos capaces de regular nuestras emociones, es menos probable que busquemos alimentos altamente procesados o con alto contenido calórico como forma de «auto-medicarnos».
Mejora de la autopercepción y la autoestima: Manejar efectivamente las emociones puede contribuir a una mejor autoestima y autoaceptación. Esto es importante porque a menudo, cómo nos sentimos acerca de nosotros mismos afecta nuestras decisiones alimentarias y nuestro comportamiento general en torno a la comida.
Reducción de la ansiedad y el estrés: La ansiedad y el estrés son emociones que pueden influir significativamente en cómo y cuánto comemos. Aprender a gestionar estas emociones puede ayudar a controlar los antojos y evitar la sobreingesta o subingesta que suele acompañar a los períodos de alto estrés emocional.
Resiliencia ante trastornos alimentarios: La gestión emocional es un componente vital en el tratamiento y prevención de trastornos alimentarios. Al entender y regular las emociones de manera adecuada, se pueden evitar algunos de los desencadenantes emocionales que contribuyen al desarrollo y perpetuación de estos trastornos.
Toma de decisiones consciente: Una buena gestión emocional fomenta la alimentación consciente, que implica prestar atención plena a la experiencia de comer, disfrutar de los alimentos, y tomar decisiones alimentarias basadas en necesidades físicas y nutricionales en lugar de impulsos emocionales.